Durante la Feria Transporte Sostenible 2025, la Asociación Automotriz del Perú (AAP) lanzó una advertencia clara: si seguimos al ritmo actual, el país difícilmente cumplirá sus compromisos de sostenibilidad al 2030. Y lo cierto es que, lamentablemente, no les falta razón.
La electromovilidad es un ejemplo evidente. Mientras Chile supera los 2,000 buses eléctricos en circulación y Colombia ya roza los 1,600, en el Perú apenas llegamos al 4% de penetración de vehículos eléctricos. En un solo mes, Colombia vende lo mismo que nosotros en todo un año. La brecha es brutal, y no se explica por falta de proyectos, sino por falta de acción: más de 30 iniciativas de ley en el Congreso que siguen estancadas.
A eso se suma la antigüedad de nuestro parque automotor. Desde el 2009 se anuncian programas de chatarreo con presupuestos millonarios, pero los resultados son casi invisibles. Hoy más de 3,300 vehículos con más de 20 años de antigüedad siguen rodando, contaminando y generando riesgos viales. Los programas de retiro apenas alcanzan para rascar la superficie del problema.
Lo mismo ocurre con el gas natural. Perú tiene la ventaja de contar con este recurso, pero trabas burocráticas, procesos lentos y la mala aplicación de incentivos (como la exoneración del ISC a vehículos a gas) frenan cualquier avance real. Es frustrante ver cómo buses a GNV fabricados para el país no pueden ponerse en operación por cuestiones administrativas.
El punto de fondo es que seguimos discutiendo marcos regulatorios sin pasar al terreno de la implementación. Mientras tanto, el costo lo pagamos todos: aire contaminado, más congestión, más accidentes y pérdidas económicas millonarias.
El 2030 ya no está lejos. Hablar de sostenibilidad no puede quedarse en discursos ni en ferias que se apagan con las luces del evento. Requiere decisión política, voluntad empresarial y sobre todo continuidad en la ejecución. El mundo avanza; Perú no puede seguir mirando desde el retrovisor.
@aap